La felicidad es una cadena de colores sobre una estación gris. Es un tren con una máquina de ausencia. Para subir hace falta una cierta dosis de valentía. Ser capaz de soportar su interior. Cuando se convierte en ese pequeño rayo de luz en el momento en que me encuentro en la completa oscuridad. Y aferrarme...aferrarme...aferrarme
domingo, 23 de marzo de 2014
Obra del artista: Ebru Sidar ( Turquía, 1975)
Luis Benítez ( Bs As. 1956)
El cotillón de las tinieblas.
Las llaves rotas, las monedas sin valor,
esos teléfonos anónimos recobrados de un bolsillo,
el polvo de las paredes, de los muebles, las ventanas.
El polvo que cubre toda la tierra
como un segundo mar, en seco.
Una mancha en la ropa que continúa en la carne,
un grito y después un susurro y después el silencio
que a duras penas se disfraza de resto de la tarde.
Un llamado sin voz, despertarse buscando
un algo indefinido que a nuestro lado se desangra
y difumina y que olvidamos por grados.
Lo que nos amenaza desde una mosca
chillando furiosa en la cortina.
Una misma situación, las idénticas palabras,
que cada cuatro exactos años se repiten
con la morosa precisión con la que baja,
de nuevo, un ascensor.
Las cosas que nos miran fijamente,
desde las vidrieras cerradas,
cada vez que pasamos haciendo
la penosa pantomima de ignorarlas.
Alguien que nos observa desde un lejano edificio,
exactamente cuando vemos sin oírlo
que nos está diciendo algo.
El compacto horror de la tortuga
que nos devuelve al jurásico.
De: La tarde del elefante y otros poemas. Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006.
Obra del artista: Ebru Sidar ( Turquía, 1975)
Obra de la artista: Kamil Vojnar ( Rep. Checa)
Marina Achával ( Bs As, Argentina)
XXVI
una soga en el centro del cuarto
el lugar del hambre
del otro lado los objetos no se tocan
colgados en las jaulas
entre pantanos y juncos
sube la cestilla del miedo
el rostro se abre.
XXVII
la mañana
el lugar donde se apoya la navaja
la piel del bosque
alteraciones del equilibrio y del sueño
después de la última lluvia
silenciosa e hipnotizada
gira la puerta
la perfección formal y la gracia
se ciernen
sobre algunos gestos.
De: Lo que el cielo cede. Ed. Paradiso. Bs As. 2012
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