domingo, 26 de febrero de 2012

Letras calendarias XVII


Hay días en que todo tiembla adentro,
La vida se puebla de nombres inexistentes
Toda verdad es falsa.  Sonia Rabinovich


Hoja de verano, 3

Días sin sol, sin espacio ni tiempo. Es nada más que el temblor que marca la ausencia de algo que ni siquiera reconozco. O tal vez, será eso tan hondamente visible que lastima, perfora en los lugares más vulnerables y entonces, algo de mí lo transforma en invisible.

Días sin verdades. Días de muerte y de profundo aislamiento. Siento una espada que me parte en dos, tan diferente una mitad de la otra. Y en el medio, la sustancia humana que nunca pudo pegarlas. Como un mejillón con sus valvas desparejas, siempre a punto de ahogarse en medio del océano.

Días que siguen a otros días y a otros y a otros. Me siento atrapada en un tiempo inútil e innecesario. Atrapada en una época sin códigos ni señales reconocibles. Vivo en el revés de la trama sin poder acariciar la luz cotidiana. Encerrada entre palabras  y letras que de tanto en tanto, estiran sus brazos como si fueran largos filamentos de hiedra. Que me acarician con sus  manos repletas de veneno.

Días sin mí. Días vacios. Camino por la orilla de la tempestad. Percibo la violencia del rumor oceánico. Sus calladas palabras que me susurran al oído. Que me hablan en un lenguaje suave. Como una dulce naná.  La profundidad azul me llama. Me ofrece una cuna de agua.

Días en que no espero nada. Retuerzo sus horas y minutos hasta que ya no respiran. Hasta que veo que ya no existen. Que borré sus marcas. Que esos días permanecen, sin tiempo y sin memoria. Sin espera y sin deseo. La vida, entonces, es una línea infinita, en la que me muero y me despierto de la muerte. Tal vez, días en los que nada suceda. Pero tampoco, nada termine.

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