jueves, 7 de abril de 2011

El origen de mi amor









Ahora que nunca,
sólo a mí me toca
darles vuelta a los niños
la cara.
Diana Bellessi









Fotografía: T. Rucker



¿Cuál es el origen de mi amor? ¿ la fría mano de la madrugada y los pies descalzos? No, no deambulé calles, ni pedí comida. No, no dormí bajo el cielo de la luna ni a su amparo. No me atacaron ráfagas falazmente iluminadas. No hubo espejitos de colores que nublaran mi memoria. Es sólo que me pregunto ¿cuál es el origen de mi amor? Entonces sé que debo retroceder. Para poder mirar de frente a la niña que no fui. Tomar su cara entre mis manos. Y encontrar su mirada. Internarme por los agujeros de su alma. Dar vuelta la cara a la niña que fui. A las niñas que quise ser. A las otras niñas que me habitaron y a las que han amado. Pero sobre todo a mí, a esta que fui y que soy. Fui la niña a la que, brazos en pleno juego, arrojaron al aire. Sin embargo, nadie estuvo para la caída libre desde el cielo. Desde entonces, todo afecto es un abismo.


Todo afecto es un abismo

El origen de mi amor es el silencio. El camino del dolor, por eso brota en capas sucesivas cuando hablo. ¿ El amor se aprende ante la ausencia de amor? El alma es un músculo, decía el padre de Kafka y lo decía mi padre. Aprendí a silenciar. Ninguna emoción. Mi alma aplastada contra las paredes de la caja muscular. Sólo cobijada por el calor rojo, lánguido y pegajoso. No supe que se podía llorar. Aguas contenidas y desbordadas pero siempre dentro de mí. Filosa hoja de la lanza. Yo estaba seca por fuera, inundada por dentro. Era un cactus que asilaba a una selva. Un pequeño embrión al que nadie quiso y sin embargo, sobrevivió. A las guerras cruentas de las pinzas. Le doy vuelta la cara a ella. La sobreviviente. Esta niña que me dice que desde entonces, todo afecto es desolación


Todo afecto es desolación.

El origen de mi amor son las madrugadas heladas. La casa enorme con tantas puertas y ventanas y sin ninguna salida. Mi mirada en dirección a la luz de la noche. Los dibujos de las sombras en la pared. Mis manos arañando la piel. El dolor externo que exorciza al interno. Y siempre lo justifica. Dibujaba monigotes en el vidrio. Sus largos dedos no alcanzaban para la caricia. Con una tijera los recortaba en miles de fragmentos invisibles. Las mismas cuchillas que me partieron en dos. Perdí la mitad de mí. La otra mitad es la que habita en la mente de los demás. Lo que se espera. Lo que se imagina de mí. La niña-mitad que me dice que todo afecto es desilusión


Todo afecto es desilusión

El origen de mi amor...Sólo a mí me toca, dar vuelta la cara a la niña que fui. Entonces nacerá la niña que no fui Su otra mitad.

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