Fotografía: Ansel Adams
La fulguración del instante, la expresión poética de lo sagrado.
Extracción del seminario "Das Heilige," el camino hacia el Otro pensar, 2010
Sabido es que para Heidegger el nombramiento poético de lo sagrado supone que el poeta es una suerte de mediador al servicio del decir inicial del Ser. (....)
Formulo, pues, sintéticamente mi idea para después profundizarla a partir de tres puntos: la experiencia poética de lo sagrado pasa por una aprehensión profunda del instante. El instante es el tiempo de lo sagrado en poesía. El tiempo que sustenta la función poética del lenguaje. Se trata de pensar la cuestión de la experiencia poética de lo sagrado no tanto bajo la óptica heideggeriana de un desocultamiento de la verdad del Ser sino- más humildemente-como la captura de la densidad ontológica del instante.
1- El instante poético
¿Qué es lo que hoy tiene para decir la poesía acerca de lo sagrado, huídas ya las Musas griegas y acaecida la muerte de Dios y de los diferentes "mundos verdaderos" que se escondían tras su nombre? ¿Qué le queda al poeta en tiempos donde lo único estable es la fragmentación: donde una duplicidad de discursos líquidos disuelve toda posibilidad de referentes últimos ( lo cual para algunos pensadores contemporáneos constituye una liberación y para otros un tormento)? Ante una época de transvaloración irrefrenable de todos los valores, la poesía nos permite todavía aferrarnos a la tabla de salvación del instante. El instante como su anclaje vital. " Después que uno - señala Wallace Stevens- ha abandonado la creencia de Dios, la poesía es la esencia que ocupa su lugar, como redención de la vida". Tal es el lugar que Nietzche le asigna a la poesía trágica en su obra. (...)
Ahora bien: ¿Qué es lo que entendemos aquí por instante poético y en qué sentido puede llegar a vislumbrarse en su naturaleza mudable un viso de eternidad, que es donde creo estaría operando una experiencia poética de lo sagrado?
El instante poético es una insinuación puesta en palabras. Un punto de vista que ordena y desordena el mundo en un parpadeo.(...) El instante poético desgarra el velo de la realidad que nos circunda para hacernos intuir lo que ella encierra de verdaderamente extraño y contradictorio. " Y cuando me resulta extraña una palabra -dice Clarice Lispector- es entonces que ella adquiere sentido. Y cuando me resulta extraña la vida entonces comienza la vida" El instante poético permite vincularnos con el misterio de las cosas oculto bajo la maleza de lo cotidiano. Es una caja de resonancia de significantes a la que- por suerte- no hay por qué buscarle algo tan molesto como un sentido. Son justamente esas resonancias las que nos dejan boyando en torno de eso que anhelamos y no sabemos qué es. El instante poético vive de aquello que se le escapa. Ahí es donde se poetiza: donde no se sabe. Si se sabe no se poetiza. Por eso el decir poético se aferra al instante y se propone dejarlo abierto y expuesto como una herida para ver qué es lo que acontece a partir de su desangrado.(...)
Se poetiza sobre aquello que es : la forma más desnuda del acontecer: el instante. (...) Como en Parménides, todo poema en el fondo no busca decir otra cosa que esto: se es. Pero la palabra más importante de la lengua- apunta Lispector- tiene sólo dos letras: es. Porque se es verdaderamente en el instante (...)
2- El momento de la Verdad del instante poético.
Para ir más a fondo: ¿Cuál sería el componente de verdad del instante, si éste es por definición lo que justamente no está destinado a durar, lo más efímero y superficial? ¿Qué es pues, lo que habría de verdad en el instante poético? (...) ¿En qué sentido una verdad singular puede ser a la vez universal? (...)
La experiencia sagrada del instante poético estriba en que, siendo única e irrepetible por definición, atañe a todos. Una verdad cuyo sentido alcanza en el poema la inmovilidad de lo eterno. Algo que trasciende y a la vez es nosotros. (...)
Hablamos de una verdad que permite desprendernos por un instante de nosotros mismos para pasar a vivenciar una experiencia que nos compromete a todos. El espacio sagrado de la poesía es la epifanía del instante. (...) La patria del poema es el efímero paraíso del instante. Al entrar en ese paraíso adquirimos plena conciencia de que lo que más estimula nuestra percepción epifánica de la vida es su condición efímera.
Al fotografiar el relámpago de una percepción, el poeta sacraliza el instante como la memoria de lo que olvida. Deja una instantánea de lo que -por la fuerza disuasiva de lo cotidiano- se nos pasaría de largo en la estrecha corriente de la conciencia. Como un flash fotográfico, queda en nosotros la resonancia del instante poético. La experiencia poética de lo sagrao reside en la verdad de esa resonancia (...) El instante poético es sólo la punta del iceberg. La verdadera poesía deja oculto lo más importante para que ello sea desocultado y recreado en cada uno.(...) El instante poético intensifica así nuestra visión conciente e inconciente de la realidad. Es una purificación del percibir, en cuanto llega a revelarnos nuestros lados omitidos, la transcendencia de los divinos detalles y la textura de las cosas.
No habría en este sentido mayor estímulo que el resabio de imágenes y silencios que deja a su paso el instante poético, a la manera de los rieles que se ven desde la ventana del tren.(...) Lo sagrado intuído en el instante. Como si en el instante poético refulgiera el Aleph, aquel punto del espacio que condensa todos los puntos. (...)
3- El pasar fluyendo.
El instante poético nos hace retornar al estado primigenio de ver por primera vez. Volver a mirar con ojos ignorantes para reencontrarnos con la infancia del mundo. Con aquello que, a pesar de haber sido visto innumerables veces, revela su verdadero sentido sólo a la luz de su aparecer en el poema.(...) Como una intuición que ve antes que el pensamiento. La experiencia poética de lo sagrado abre atajos para ver y vernos antes que el pensamiento. (...) Nada es igual a lo que fue tras ser traspasados por la fluencia del instante poético. (...) De lo que se trata -como señala Gadamer- es que " en el momento vacilante haya algo que permanezca" El tránsito por el poema es un pasar fluyendo que abre compuertas en la mente. La experiencia sagrada del instante poético estriba en la vivencia del cauce y la fluencia siempre distinta de las aguas.(...)
Entregarse al instante poético, experimentar lo sagrado de ese acto, implica el salto que, desde la perspectiva que tratamos de sugerir, no es otra cosa que la asunción del estrecho parentesco que existe entre el sentido y el sinsentido.(...) Consiste -para decirlo con una bellísima frase de Lispector- en entregarse " al expectante silencio que sigue a una pregunta sin respuesta". Para reencontrarnos así con la prístina impresión del instante y su pasar fluyendo. La experiencia poética de lo sagrado como la mostración de esa dificultad, tan humana, de entregarse sin red al instante.
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