René Magritte
Hay palabras que desnudan momentos, les quitan los numerosos abrigos que los protegen de lo ambiguo, y así desnudos, otras comienzan a vestirlos con los colores de la certeza. Y la verdad establece un pacto con las otras verdades, un pacto de silencio.
palabras cargadas de verdad las que me salvan de mi propia mudez, de este deambular en círculos por tanto tiempo. Tratando de abrir las puertas equivocadas. No es el mismo picaporte que creía ver entonces y no es la misma puerta.
If you never try, then you”ll never know
Desde mis ojos oscuros le pido a alguien, a él, que me ayude a cerrar cada ausencia. Cada espacio de vacío. Despertar del sueño a esa frágil muñequita desarticulada que aun duerme, abrigada, en el ángulo entre las dos paredes. La soledad es eso.
El pacto de silencio entre dos voces me indicó el sendero. Lo que las palabras dejan al pasar. Las marcas. Lo que la mirada rastrea y no dice. Es el camino y es también el abismo. Devoré tanta oscuridad esperando la estrella, pero en lo oscuro no existe la noche. Y guardé la penumbra para mañana.
Lanzo un boomerang. Temo recibir la espada. Para que un boomerang regrese hay que saber primero tirarlo. Con el ángulo perfecto. En la dirección correcta. Y con el viento a favor. Son demasiadas exigencias para algo tan liviano. La espada vuelve sola. Y parte en dos.
If you never try, then you”ll never know
La certeza tiene el color de la intensidad del asombro. Mi verdad ha quebrado el pacto. Siento un amanecer que nunca llegará a ser día pleno. Las palabras debieron salvarme de que se abrieran otras palabras. Estas, las más peligrosas. La que esperan la espada que se clave en el espejo de mi propia imagen. Y todo va a ser un estallido. De voces. De silencios. De deseos. De espera.
He destruido el lazo con mi desasosiego. El pacto de no hablar nada que no sea lo posible. Lo que construyo se desploma. Un pequeño ladrillo sobre otro más liviano. Sin embargo en el momento de la caída parecen bloques de cemento y acero. No sólo caen. Dejan un enorme agujero. Oscuro y seco. Veo el polvo en el aire. Y me doy cuenta de que no guardé ningún plano.
palabras cargadas de verdad las que me salvan de mi propia mudez, de este deambular en círculos por tanto tiempo. Tratando de abrir las puertas equivocadas. No es el mismo picaporte que creía ver entonces y no es la misma puerta.
If you never try, then you”ll never know
Desde mis ojos oscuros le pido a alguien, a él, que me ayude a cerrar cada ausencia. Cada espacio de vacío. Despertar del sueño a esa frágil muñequita desarticulada que aun duerme, abrigada, en el ángulo entre las dos paredes. La soledad es eso.
El pacto de silencio entre dos voces me indicó el sendero. Lo que las palabras dejan al pasar. Las marcas. Lo que la mirada rastrea y no dice. Es el camino y es también el abismo. Devoré tanta oscuridad esperando la estrella, pero en lo oscuro no existe la noche. Y guardé la penumbra para mañana.
Lanzo un boomerang. Temo recibir la espada. Para que un boomerang regrese hay que saber primero tirarlo. Con el ángulo perfecto. En la dirección correcta. Y con el viento a favor. Son demasiadas exigencias para algo tan liviano. La espada vuelve sola. Y parte en dos.
If you never try, then you”ll never know
La certeza tiene el color de la intensidad del asombro. Mi verdad ha quebrado el pacto. Siento un amanecer que nunca llegará a ser día pleno. Las palabras debieron salvarme de que se abrieran otras palabras. Estas, las más peligrosas. La que esperan la espada que se clave en el espejo de mi propia imagen. Y todo va a ser un estallido. De voces. De silencios. De deseos. De espera.
He destruido el lazo con mi desasosiego. El pacto de no hablar nada que no sea lo posible. Lo que construyo se desploma. Un pequeño ladrillo sobre otro más liviano. Sin embargo en el momento de la caída parecen bloques de cemento y acero. No sólo caen. Dejan un enorme agujero. Oscuro y seco. Veo el polvo en el aire. Y me doy cuenta de que no guardé ningún plano.
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