viernes, 18 de marzo de 2011

Laura Yasan



No puedes ser prolijo y ser un buen poeta

Considero que para contar una historia está la narrativa, y la poesía es un lugar para dejar la impronta, la huella de la historia. La poesía es el lugar de máxima libertad del escritor. Para mí el desafío de la poesía es violentar la gramática y encontrar un nuevo lenguaje. Para ser original tengo que romper con lo convencional. No entiendo por qué se ponen las comas al final de los versos. Si el blanco de la hoja es lenguaje en el poema... ¿Para qué hay un doble espacio entre una estrofa y otra? Es una respiración, un aire, un momento. También lo es el corte de verso: es musicalidad, ritmo. No puedes ser prolijo y ser un buen poeta. No combina eso.




La poesía es un arma. Para ser buena debe ser belicosa, herir profundamente a quien la lea. La poesía para ser poesía debe provocar, remover, maldecir.

Laura Yasán



El borde de las tazas


una mujer
se mueve en el denso fluir de sus instintos
sabe quebrar
la cáscara de una intención
una mujer
abarca por fragmentos la totalidad
y nunca es la misma
           
un hombre
sube al misterio en una extrema progresión
descubre el sentimiento
acorralado en un límite
el resto
lo filtra en el pensar
           
una mujer
es a la vez su historia
y lo que aún no ha conocido
sabe ordenar lo que no ve
           
un hombre
arriba al corazón del mundo
en cada vértice de su conocimiento
se instala en lo que ve
y se proyecta
           
una mujer es todas las mujeres
pero es única
un hombre es todos los hombres
pero es único
           
un hombre y una mujer
nunca se conocen
saben suponer
saben crear sobre el malentendido
son cada uno
mitad secreto
mitad vacío
           
un hombre y una mujer
a lo largo de cientos de actos cotidianos
cruzan información
dejan la vida escrita
en el borde de las tazas
           
cada día se escribe
cada día se lava



palabras no

no hay nada verdadero en las palabras
todo lo que conozco es este parador en medio de la ruta un bloque de concreto bajo el cielo infinito
todo lo que deseo es arrancarme de los pies este vendaje sucio estos zapatos húmedos
lo poco que comprendo viaja de la belleza a la locura de la locura a la belleza y no termina nunca de llegar
tengo ese hábito un tránsito frenético a la luz el fulgor que no existe y me sigue alumbrando como una estrella muerta
todo lo que persigo termina devorándome es el atardecer y no quiero saberlo no quiero moderar el estallido no quiero que se extinga no llegaré a la noche esperando palabras ya fui sequía
si es necesario un bosque para que el fuego arda un día más ahora seré rayo



La otra mitad

de esta edad no se vuelve

ya no somos artistas promisorias

no es hora de ofrecer

 

            si el botín es fracaso

            de esta edad no se vuelve

            no hay paga por promesas

 

algunas

rellenan su matriz para salvarse

criando larvas

se eximen de pensar

 

            con cada menstruación perdemos un bebé

            me dijo gaby

            yo miré a nuestros hijos morir en el bidet

            y acogí los recursos de la histeria

 

de esta edad no se vuelve

algunas

cavan penosamente en esa tierra

 

            y no alcanza ser fértil todavía

            y no alcanza ser joven

            no es entregarse al hábito del tiempo

 

hay que poner un pie del otro lado
 
 
 
 
Ver en el humo

hay hombres con los ojos llenos de candados
siempre cargan consigo algún secreto sórdido
una estampita de bordes carcomidos
y la foto borrosa de un amor sin retorno
los domingos la tienden como un mantel sobre el recuerdo
hacen su fiesta de un material sin brillo
fumando lentos
pueden ver en el humo el más fino detalle de ese rostro
ganar en el alcohol la melodía innata de los héroes
suspirar quebradito hasta la noche
de no ser por la yegua soledad que pide piel a gritos
y que le abran de una puta vez



 

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